¡Hola cariño! Quiero decirte que te recuerdo todos los días,
que siento un gran dolor en el alma por no haber hecho más por ti. Quizás en
aquel momento no me preocupé lo suficiente por ti, tal vez por que te habían
recogido, porque te daban de comer, porque alguien te quería, porque tenías un
lugar donde estar, una familia un hogar, un rincón donde poder descansar.
No supe ver en aquel momento lo que peligraba tu vida, tal
vez porque después de tenerte casi tres meses, después de molestarse en
esterilizarte para que no te pelearas con tu compañero, nunca pensé que a menos
de catorce días de esa operación, se deshicieran de ti de esa manera, sin darte
una oportunidad, sin ni siquiera intentarlo. Pensé que estabas a salvo, porque
alguien te quería.
Yo podía haber hecho algo más por ti, algo más que ofrecerme
para intentar corregir esa actitud cuando iban a darte de comer. Yo sabía que
no eras agresivo, ni peligroso, sabía que tu actitud se quitaría en poquísimo
tiempo, porque era fruto de la necesidad que habías padecido, probablemente
durante largo tiempo. Yo sabía que con la colaboración de quien te había
acogido sería cuestión de unos días, pero no hice nada cuando dieron largas a
mi ofrecimiento, y no me preocupé mucho porque sabía, que alguien te quería.
Pensé que estabas a salvo y que con el tiempo te querrían todos, pero
desgraciadamente tu destino ya se había decidido y hoy yo, me lamento de no
haberlo presentido.
Te recuerdo siempre, recuerdo como me recibiste el primer
día con tu collar isabelino, recuerdo, como dabas golpecitos con tu morro a mi
mano para que te acariciara la cabecita, recuerdo tu ternura, pero sobre todo
lo que más recuerdo son tus ojos. Esa mirada limpia, serena, cálida, sincera,
esa mirada llena de paz, llena de nobleza. Esa mirada de aquel al que la vida
no ha tratado nada bien, de aquel que lo ha pasado realmente mal, esa mirada de
calma. Esa mirada de aquel que después de todo lo malo, por fin encontró la
felicidad.
Que tristeza me ha quedado que dolor llevo conmigo. Solo me
queda esperar con un deseo profundo, que cuando llegue mi final, estés a mi
lado y me perdones, amigo
Confío en que la vida le dé lo mismo que te dio a ti, al
malnacido/da que te abandonó o te perdió y no se molestó ni siquiera en
buscarte.
Un gran abrazo, cientos de besos y toda luz te envío, para
que seas el más feliz del universo precioso mio.
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