viernes, 7 de diciembre de 2012

Te pido perdón mi precioso tatuado



¡Hola cariño! Quiero decirte que te recuerdo todos los días, que siento un gran dolor en el alma por no haber hecho más por ti. Quizás en aquel momento no me preocupé lo suficiente por ti, tal vez por que te habían recogido, porque te daban de comer, porque alguien te quería, porque tenías un lugar donde estar, una familia un hogar, un rincón donde poder descansar.
No supe ver en aquel momento lo que peligraba tu vida, tal vez porque después de tenerte casi tres meses, después de molestarse en esterilizarte para que no te pelearas con tu compañero, nunca pensé que a menos de catorce días de esa operación, se deshicieran de ti de esa manera, sin darte una oportunidad, sin ni siquiera intentarlo. Pensé que estabas a salvo, porque alguien te quería.
Yo podía haber hecho algo más por ti, algo más que ofrecerme para intentar corregir esa actitud cuando iban a darte de comer. Yo sabía que no eras agresivo, ni peligroso, sabía que tu actitud se quitaría en poquísimo tiempo, porque era fruto de la necesidad que habías padecido, probablemente durante largo tiempo. Yo sabía que con la colaboración de quien te había acogido sería cuestión de unos días, pero no hice nada cuando dieron largas a mi ofrecimiento, y no me preocupé mucho porque sabía, que alguien te quería. Pensé que estabas a salvo y que con el tiempo te querrían todos, pero desgraciadamente tu destino ya se había decidido y hoy yo, me lamento de no haberlo presentido.
Te recuerdo siempre, recuerdo como me recibiste el primer día con tu collar isabelino, recuerdo, como dabas golpecitos con tu morro a mi mano para que te acariciara la cabecita, recuerdo tu ternura, pero sobre todo lo que más recuerdo son tus ojos. Esa mirada limpia, serena, cálida, sincera, esa mirada llena de paz, llena de nobleza. Esa mirada de aquel al que la vida no ha tratado nada bien, de aquel que lo ha pasado realmente mal, esa mirada de calma. Esa mirada de aquel que después de todo lo malo, por fin encontró la felicidad.
Que tristeza me ha quedado que dolor llevo conmigo. Solo me queda esperar con un deseo profundo, que cuando llegue mi final, estés a mi lado y me perdones, amigo
Confío en que la vida le dé lo mismo que te dio a ti, al malnacido/da que te abandonó o te perdió y no se molestó ni siquiera en buscarte.

Un gran abrazo, cientos de besos y toda luz te envío, para que seas el más feliz del universo precioso mio.

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