Hace unos meses empecé a darme cuenta que no habían apenas
peticiones de búsqueda de animales perdidos. Empecé a visitar varias perreras,
refugios y quedé tocada en el alma al ver que todos estaban, saturados. He hablado
con responsables de refugios que me han confesado que sintiéndolo en el alma
han tenido que ponerse a sacrificar a los terminales. Los responsables de las perreras lo tienen más
claro “es un negocio” algunos dicen que intentan mantenerlos todo lo que
pueden, pero yo he ido tal día como hoy a una y estaba llena de perros,
grandes, pequeños, abuelos, enfermos y a los cinco días he vuelto y ya no estaba
ninguno de los anteriores. Al preguntar
por todos ellos, contestación: ¡Ya han salido! “mi sorpresa” ¿Cómo que ya han
salido? ¿Han salido adoptados? ¿A un
refugio? ¿A dónde han salido?. “contestación”: han salido y punto! y con eso me
quedo y si me pongo chula no vuelvo a entrar más.
Un responsable de otra perrera me confesó abiertamente que
no era la hermanita de la caridad, señalándome un bebé me dijo “ ves? ese no
creo que llegue a salir, se muere antes”
Me señaló unos cuantos de tamaño grande, uno enorme y me
dijo ¿tu crees que eso lo quiere alguien? A mí me parecían preciosos a pesar de
estar descuidados, y me dio una pena tremenda, me señaló otros pequeños, uno de
ellos un abuelete que tenía toda la pinta de estar ciego o casi y me dijo: esto
no lo quiere nadie, y en mi interior oía ¡Yo si los quiero ¡A todos! Le
pregunté ¿Nadie los está buscando, nadie pregunta por ellos? Y con sorna me
dijo ¿con la crisis que hay? Suerte
tendrá el que no le den una patada y lo echen a la calle, diciendo luego a los críos
“se ha perdido” Anda que lo van a buscar!
Conforme están las cosas, no tienen ninguna posibilidad. Y yo
necesito espacio para meter más, así que puerta cuanto antes mejor.
Mordiéndome la lengua haciendo de tripas corazón, salí de
allí como si nada, subí a mi coche y me puse en marcha. A no más de un km tuve
que parar, porque las lágrimas me impedían ver la carretera, me ahogaba, no
podía respirar, me sentía totalmente desconsolada, como si hubiese perdido lo
más grande de mi vida. Pasé más de media hora llorando y maldiciendo a todo el
mundo y me cagué en la putísima crisis, en los putos desgraciados que abandonan
a sus animales, en las putas normas que tenemos y en el grandísimo puto sistema
que nos envuelve, que nos estruja y nos está dejando secos de todo.
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